En los últimos meses seguro que has escuchado hablar de los cambios en materia de educación que se han aprobado por parte del Ministerio de Educación del Gobierno actual. Entre esos cambios, se encuentra el adelanto de los exámenes de septiembre de los centros educativos al mes de julio. La medida ha suscitado numerosas polémicas, y para bien o para mal, traerá numerosas consecuencias en el futuro de muchos colectivos relacionados con el área de educación, y lo que es más importante, en el futuro y aprendizaje de los más pequeños.
Consecuencias del cambio de los exámenes del mes de septiembre al mes de julio, ¿ A quién afecta el cambio?
Profesores: la gran mayoría del profesorado está en contra de esta medida, ya que consideran que en unas pocas semanas, desde finales de junio en la entrega de las notas finales, hasta principios de julio, fecha de las nuevas recuperaciones, el alumno no tiene tiempo de adquirir los conocimientos que no aprendió dos semanas atrás. Y, únicamente en un porcentaje muy pequeño, se logrará recuperar la materia. Además, consideran que esto sólo facilita que el alumno «vomite los contenidos» y no los adquiera de una forma útil y consciente.
Alumnos: el alumno que ha ido mal durante el curso escolar no tiene tiempo suficiente para volver a estudiar todo lo necesario para las recuperaciones. A esto hay que sumar que, después de los exámenes de Junio, el alumno se encuentra cansado, sin fuerzas. Y lo más importante, lo que probablemente más afecte al futuro de los más jóvenes ¿Qué les estamos enseñando? ¿Dónde queda la cultura del esfuerzo y de la superación de esos meses de verano esforzándose e intentando superarse a sí mismos? En apenas escasas semanas, el joven no puede aprender lo necesario que es luchar por conseguir sus objetivos, se le está quitando la oportunidad de lucha, y la capacidad de esfuerzo y constancia. ¿Qué tipo de adultos nos podremos encontrar en el futuro en un mundo donde no exista la cultura del esfuerzo?
Academias: Desde siempre las academias en los meses de verano se llenaban de jóvenes a los que el curso no les había ido del todo bien, jóvenes que pasaban mañanas o tardes, estudiando, esforzándose por aprender lo que les había quedado pendiente. Ahora, con el cambio de septiembre a julio, esos meses de verano y de estudio ya no existirán más, con las consecuencias económicas que la medida ocasiona para este sector y todos los profesionales relacionados con él.
Profesores particulares: Además de las academias, en los meses de verano las calles se llenaban de carteles de otros estudiantes que luchaban por conseguir unos pequeños ahorros impartiendo clases de apoyo y repaso a los estudiantes que habían ido más flojos durante el curso escolar. Este sector también se verá económicamente afectado y perjudicado.
Padres: el que los hijos estudiaran durante los meses de verano, era una consecuencia natural que en muchos casos enseñaba a los chavales a esforzarse más el siguiente curso, a que hay que estudiar más si se quiere aprender, y a que vieran que, en los casos de niños que «no habían hecho nada durante el curso», ahora tenían que «ponerse las pilas» si no querían repetir. ¿Dónde quedan esas enseñanzas? ¿Qué pueden hacer ahora los padres con esos hijos que no han trabajado lo suficiente durante el curso? ¿Con aquellos que tienen algunas dificultades pero que con unos meses más de preparación podrían sacar el curso sin problemas? Esos padres van a tener a sus hijos todo el verano disfrutando de unas vacaciones no merecidas.
Éstos son sólo algunos de los sectores que tras las medidas adoptadas saldrán totalmente perjudicados, sin embargo, hay otros efectos colaterales, que sólo con el paso de los años podremos observar.
Pero lo más importante de todo esto es lo que está en el fondo. Esos jóvenes, que se encuentran en plena etapa de aprendizaje de actitudes y valores, están siendo privados de lo que hasta ahora siempre tuvimos, la oportunidad de superarnos a nosotros mismos.