¿Habías oído este término?
Actualmente, encontramos un movimiento que ha revolucionado las redes sociales y algunos medios de comunicación: todo el mundo quiere ser feliz, todos quieren encontrar la felicidad sin esfuerzo, evitando además el sufrimiento y cualquier ápice de tristeza o emoción desagradable. ¿Por qué nos empeñamos tanto en eliminar el sufrimiento?
Esta felicidad, desde mi punto de vista, es irreal. Parece que se consigue sin esfuerzo, obviando cualquier factor que pueda influir en ello; se pretende promover que siempre tenemos que estar felices, sin excepción, olvidando los problemas que surgen y el contexto en el que nos encontramos. El titular está claro: el objetivo es ser feliz.
Es la moda de la Psicología del Pensamiento Positivo, un movimiento ideológico sobre el que una cantidad importante de psicólog@s alertamos, por los riesgos que puede comportar en nuestra salud física, mental y social, ya que las personas intentan alcanzar esa felicidad, pero ven que no pueden (es imposible por su carácter irreal) y comienzan a sentirse frustradas y culpables.
Alguna de las frases de autoayuda que solemos escuchar con relativa facilidad, son estas:
- «Piensa en positivo y todo irá bien»
- «Puedes con todo»
- «Con motivación y actitud puedes conseguir todo lo que te propongas»
- «Si lo puedes soñar, lo puedes hacer»
- «Ser feliz es gratis»
- «Con fuerza de voluntad no hay nada que se te resista»
- «Los días malos no existen»
- «Estás aquí para ser feliz»
- «¡No llores! Si sonríes, nada puede irte mal»
Esto es a lo que nos hemos acostumbrado a leer o a escuchar, ya sea por la calle, en un post en Instagram, en un libro o en algún titular.
Lejos de que esto pueda parecer beneficioso, tiene numerosas consecuencias negativas, ya que, como comentábamos en los párrafos anteriores, las personas lucharán e intentarán alcanzar esa felicidad «magnífica» de la que todo el mundo habla (y que *pista*: nadie tiene).
Por tanto, os invito a haceros preguntas como estas (o similares): «¿Por qué no nos gusta estar tristes?», «¿Por qué creemos que ser feliz es el objetivo final de nuestra vida?», «¿Realmente creo que puedo alcanzar una felicidad completa?». Mediante el análisis de estas, podremos reflexionar un poco más sobre ello, de forma que entendamos que la felicidad es un estado emocional, una emoción que sentimos cuando alcanzamos ciertas cosas que nos resultan placenteras, cuando estamos en contacto con nuestros seres queridos o cuando hacemos algo que nos gusta.
Pero… ¿acaso existe un camino único que garantice esa felicidad? Tal vez podamos dar una vuelta a la idea de que ser feliz NO es no sufrir nunca, no es no llorar de vez en cuando; ser feliz no es tener la pareja y la casa perfecta, ni tener el mejor trabajo del mundo. La felicidad se compone -y está- en pequeñas cosas, personas y momentos,… y es precisamente eso lo que le da a la vida ese matiz tan especial.
Candela Fernández Alcaraz