Alguna vez a lo largo de nuestra vida hemos experimentado una respuesta fisiológica ante un suceso emocional: un dolor de cabeza antes de un examen, contracturas musculares en momentos de gran carga laboral o molestias estomacales después de haber vivido un conflicto con una persona importante para nosotros.
¿Podríamos entonces decir que cuando existe una alteración emocional, llamémosla estrés, ansiedad o “nervios”, puede llegar a reflejarse en nuestro cuerpo? Sí, así es; tanto las emociones positivas (las conocidas “mariposas en el estómago”) como las negativas pueden alterar nuestro estómago, ya que el sistema digestivo es muy sensible al estrés y en él se pueden desarrollar múltiples complicaciones.
Muchas personas se cuestionan esta relación psicológica-estomacal, por no percibir verdaderamente en sus vidas situaciones estresantes importantes que puedan llegarles a causar estas alteraciones. Sin embargo, para sufrir problemas gastrointestinales provocados por estrés, ansiedad o problemas emocionales, no es necesario que el paciente experimente o perciba directamente acontecimientos estresantes importantes o un estado elevado de ansiedad.
La manera en la que afrontamos los problemas y las dificultades, la sobrecarga continua de responsabilidades, el exceso de perfeccionismo y autocontrol, la inseguridad, el no saber decir que no, el no expresar las emociones, el callarnos las cosas… son elementos suficientes para desarrollar problemas intestinales.
Por otra parte, existen ciertos componentes hereditarios que predisponen a una mayor sensibilidad del estómago, haciéndole vulnerable a sufrir alteraciones con más facilidad que otras personas ante los estímulos externos.
¿Qué patologías intestinales están relacionadas con factores psicológicos? El espectro es amplio y abarcaría desde síntomas estomacales como el dolor abdominal, hinchazón, ardor, acidez, diarrea, gases, estreñimiento incluso vómitos, hasta el desarrollo del Trastorno del Colon Irritable, Gastritis Nerviosa, Dispepsia, etc. Es importante destacar que aunque sí podrían coexistir mecanismos psicobiológicos en dichas patologías (vulnerabilidad y sensibilidad visceral o de la motilidad) en estos cuadros no hay indicios de una causa orgánica identificable.
¿Cómo sería el tratamiento de dichas alteraciones gastrointestinales? El tratamiento idóneo sería el Tratamiento Integral: psicológico y gastroenterológico. Se ha constatado que la terapia psicológica tiene altos efectos positivos sobre la evolución de los problemas gastrointestinales funcionales asociados al estrés y al malestar emocional. Esto se basa en el hecho de que el sistema digestivo tiene un vínculo directo con el sistema nervioso central. En lo que se refiere al tipo de intervención terapéutica y tras un evaluación completa (historia personal, estrés diario real y percibido, personalidad, calidad de vida, estrategias de afrontamiento, gestión de las emociones…) podríamos decir que en unas 12 sesiones de tratamiento, aproximadamente, siguiendo un procedimiento cognitivo-conductual el paciente será capaz de, no solo reducir la sintomatología, sino de mejorar sus estrategias de afrontamiento vitales ante situaciones de estrés, autorregularse mejor emocionalmente y en definitiva…mejorar su calidad de vida. Merece la pena intentarlo, ¿no?