Los desórdenes de alimentación se caracterizan por alteraciones significativas del comportamiento alimentario. A menudo, los síntomas asociados a estos desórdenes ejercen un significativo impacto no sólo sobre la persona que los padece sino sobre su entorno, siendo esto último algo que a menudo pasa desapercibido en las intervenciones.
Si bien los desórdenes de este grupo son por excelencia la Anorexia (AN) y/o Bulimia Nerviosas (BN), cada vez es más la bibliografía que aboga por la frecuente aparición de desórdenes alimentarios no especificados en los que los afectados entran, salen o están en un punto medio de las diferentes nomenclaturas y fases del trastorno. Así, los Desórdenes por Atracón, la Ingesta Selectiva, entre otros, son ejemplos de alteraciones del comportamiento alimentario que no se ciñen a los criterios diagnósticos de AN y BN y sin embargo causan repercusiones significativas sobre la funcionalidad del paciente.
La obesidad por su parte, aparece incluída en la Clasificación Internacional de Enfermedades como una enfermedad médica, y no así en los manuales diagnósticos de Salud Mental por considerarse, hasta hace muy poco tiempo, que no existen asociaciones con síndromes psicológicos ni conductuales. Sin embargo, decimos hasta hace poco, pues ya se acuñan términos como Síndrome de Edorexia (vease) que justifican la causalidad de hábitos inadecuados y la dificultad para establecer hábitos saludables.
Rocío Jover. Psicóloga Clínica y de la Salud.