Cómo saber si sufres dependencia emocional y cómo superarla
¿Qué es la dependencia emocional?
La dependencia emocional, aunque siempre ha estado ahí, es un término en auge. Pero, ¿qué es realmente? Si bien se puede definir de diversas maneras, una que podría reunir lo más importante sería: desequilibrio en el vínculo relacional debido a carencias emocionales que se intentan satisfacer a través de otras personas, dando lugar a conductas patológicas y desproporcionadas propias de una adicción comportamental. Esto último significa que son conductas que comparten características con las de las adicciones de alcohol u otras drogas, aunque aquí no hay consumo de sustancias, sí existen hábitos incontrolables y perjudiciales. La persona dependiente presenta una necesidad muy elevada de afecto y seguridad emocional, que trata de encontrar en una persona externa.
¿De dónde surge la dependencia emocional?
Es importante que seamos conscientes de que la dependencia emocional es reforzada y apoyada por el ideal de amor romántico, ese sentimiento idealizado tan presente en las películas de amor, que defiende una postura de asimetría disfuncional de las relaciones en la que cada uno idealiza al otro. Es un ideal compuesto por múltiples mitos, como por ejemplo:
- “Eres todo lo que soñé”: idealización.
- “No soy nada si no estoy contigo”: pérdida de la identidad.
- “Quien bien te quiere, te hará sufrir”: comportamientos tóxicos justificados por el amor.
- “Nadie me va a querer como tú”: necesidad de afecto.
- “Tú me complementas”: pensar que eres una media naranja en busca de otra mitad en vez de ser una naranja completa, o una pera, o una manzana, o, por qué no, una papaya.
¿Cómo saber si sufres dependencia emocional?
Volviendo al tema de la dependencia emocional, entre los principales síntomas podríamos señalar muchos, pero algunos de ellos son:
- Hipervigilancia durante la relación. Se produce un chequeo continuo de qué hace, dónde está, con quién está: continuo estado de alerta.
- Miedo al rechazo, a la ruptura y pánico al abandono. Esto se traduce en dudas constantes e inseguridades sobre si le quiere o no, y necesidad continua de demostración de afecto, por ello se adaptan completamente a la pareja, pensando que así evitaran el posible abandono.
- Intolerancia a estar solo por el antes mencionado miedo al rechazo o abandono.
- Pensamiento obsesivo y monotemático durante la relación, en su mente solo está él o ella, y esto se convierte en conductas compulsivas como, por ejemplo, revisar si está “en línea” o no, o revisar sus fotos de redes sociales constantemente (el chequeo que hemos mencionado).
- Idealización del otro e infravaloración de uno mismo, por ello antepone siempre a la otra persona sobre uno mismo. Esta idealización también provoca que generen expectativas muy altas con pocas señales.
- La otra persona es el centro de su sistema de valores y creencias, por lo que actúan como si él o ella fuera lo más importante del mundo, dejando así en un segundo plano otros aspectos de su vida como el ocio, la familia, los amigos…
- Creencias de que la vida solo es satisfactoria en pareja dada la idealización.
- Baja autoestima e, incluso, bajo autoconcepto en ocasiones (relacionado con infravalorarse a uno mismo).
- Creencia del amor romántico y pasional, mitos los cuales, como hemos explicado, refuerzan esta dependencia emocional.
- Duelos muy significativos que terminan de golpe cuando aparece la siguiente relación. Ante las rupturas presentan comportamientos desesperados. También es importante mencionar la baja tolerancia a las emociones negativas. Por todo esto, las personas con dependencia emocional acaban teniendo una sucesión de relaciones y muchos fracasos amorosos.
- Las carencias emocionales que padecen, les genera una sensación de vacío crónico.
- También es propio de estas personas un descontrol de los estados emocionales, por lo que pueden expresar de manera exagerada y fuera de lugar sus emociones.
Aunque es cierto que este término se suele asociar con relaciones amorosas, la realidad es que la dependencia emocional se puede presentar en otros vínculos, como en la amistad. Sin embargo, es más común que se dé en parejas amorosas, por lo comentado de la educación en el amor romántico.
Consejos para superar la dependencia emocional
En cuanto a si se puede tratar la dependencia emocional, la respuesta es sí. No obstante, hay que tener claro que es un tratamiento de larga duración, debido a que se deben tratar muchas dimensiones: autoestima, afectividad, relaciones interpersonales, miedo al rechazo, control de impulsos, gestión emocional, asertividad… No os desaniméis, el pronóstico es favorable. Aquí van algunas claves para evitar o superar la dependencia emocional:
- Potencia tu autonomía: haz planes en solitario, ten confianza en ti mismo/a y cuida tu espacio y tiempo individual.
- No dejes de lado las amistades: la pareja y las amistades deben ser dos pilares vitales compatibles. Dale a cada uno es espacio correspondiente y cuida todos tus vínculos.
- El amor es libertad: un amor real es aquel que te potencia, te deja ser tú mismo/a. Hay una frase muy bonita que dice así: “en el amor quiero alas para volar y raíces para crecer”.
- Ayuda profesional: apoyarte en un psicólogo/a para superar aquellos miedos e inseguridades que te hacen caer en la dependencia emocional (que pueden ser muy diversos).
- Motivaciones externas: tener metas que te motiven, como alcanzar el puesto de trabajo de tus sueños, logros personales como escribir un libro, conocer un país que siempre has querido visitar, aprender un idioma…
- Tomar decisiones propias: tener autoestima y autoconfianza, no esperar la aprobación de los demás.
La dependencia emocional se puede trabajar en pareja o en soledad. Aunque con sus variaciones, el tratamiento seguirá unas líneas similares en ambos casos.
La meta no es la independencia
Para finalizar, voy a desmontar todo lo escrito hasta ahora.
Es broma, pero sí que es importante aclarar lo siguiente: la sociedad, a la vez que nos educa en el amor romántico, nos dicta que debemos ser seres autónomos, autosuficientes, independientes…, premia a las personas hechas a sí mismas. Sin embargo, eso choca con la idea de que los seres humanos somos la especie más social y con más necesidad de vínculos y dependiente que existe. ¿Cómo es esto? ¿Dónde está el equilibrio? Que no cunda el pánico. Hasta ahora se conoce que nacemos siendo seres totalmente dependientes, y que, según vamos alcanzando la adultez, vamos trabajando nuestra autonomía.
Pese a esto, se ha concluido que ser independiente emocionalmente es una patología, pues supone soledad, frialdad y falta de empatía. Por ello, en el último tiempo, se ha desarrollado un nuevo esquema donde se defiende un cambio en el tipo de dependencia: en vez de evolucionar de la dependencia a la independencia, debemos progresar de una dependencia vertical (en la que hay una persona que cuida y una persona cuidada), a una dependencia horizontal (vínculo desde la igualdad y el equilibrio, de interdependencia, con base en dar y recibir). El quid de la cuestión es, al fin de cuentas, vincularnos de una manera equilibrada basada en el bienestar, la autoestima personal y la autogestión.
María Vilar Escribano
Psicóloga, sexóloga y terapeuta de parejas